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El sistema de investigación agropecuaria de Brasil es, por mucho, el más extenso de la región, en términos de la capacidad y el gasto en investigación. Casi la mitad de todos los investigadores agropecuarios se encuentran vinculados a Embrapa, la principal entidad de I+D agropecuario del gobierno federal, y un cuarto de ellos trabaja en organizaciones estatales de investigación agro-pecuaria (OEPAS, por sus iniciales en portugués).

Aunque son relativamente pequeños y diversos entre sí, los países de América Central (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá) encaran parecidos desafíos socioeconómicos y agropecuarios, comparten condiciones agroecológicas y climáticas comunes y, en conjunto, representan a unos 40 millones de personas con un patrimonio cultural común.

La región de Latinoamérica y el Caribe (LAC) está bien posicionada para incrementar su producción agropecuaria en respuesta a una población globalmente en crecimiento y un clima cambiante. La ventaja comparativa de la región se explica en parte, por la abundancia de naturales, incluyendo el agua.

El gasto en I+D agropecuario fluctuó considerablemente en Venezuela durante el periodo 2010–2013 debido la volatilidad tanto en los niveles de financiación del gobierno como en los recursos generados internamente en el INIA, la principal institución de I+D agropecuario del país.

A 2013, el sector de educación superior representaba aproximadamente la mitad de todos los investigadores agropecuarios empleados en Uruguay, pero INIA, el principal instituto de investigación agropecuaria del país, fue responsable de dos tercios del gasto en I+D agropecuario del país.

A pesar de las erráticas fluctuaciones anuales originadas por el hecho de que la financiación de INIA está ligada al valor total de la producción agropecuaria del país, el gasto total en I+D agropecuario en Uruguay aumentó durante el periodo 2006–2013.

En general, el gasto en I+D agropecuario aumentó durante el periodo 2007–2013, pero de manera errática. No obstante, el gasto en I+D agropecuario en Perú continúa estando muy por debajo de la meta de 1 por ciento del producto interno bruto agropecuario según lo recomendado por las Naciones Unidades.

El gasto en I+D agropecuario nacional se duplicó durante el período 2006–2013. Sin embargo, el país aún ostenta uno de los más bajos ratios de intensidad de I+D agropecuaria en la región. Paraguay depende en gran medida de tecnologías desarrolladas en el extranjero, principalmente en Brasil y Argentina.

El número total de investigadores agropecuarios casi se duplicó entre 2006 y 2013 como resultado de la creación de IPTA en 2010 y una mayor participación del sector de la educación superior en I+D agropecuario.

El sistema de investigación mexicano es uno de los más grandes de Latinoamérica en términos de capacidad y gasto. Una cuarta parte de los investigadores están empleados en el INIFAP, la principal agencia de investigación agropecuaria del país.

Del 2006 al 2013 el gasto en I+D agropecuario en México aumentó en un 20 por ciento debido al crecimiento en el sector de la educación superior. Sin embargo, entre el 2009 y 2013 el crecimiento disminuyó por 1 por ciento.

La inversión en I+D agropecuario registró un crecimiento de 9 por ciento durante el periodo 2010–2013. No obstante, Ecuador tiene uno de los índices más bajos de intensidad en actividades de I+D en Sudamérica, con un gasto de sólo 0,18 por ciento de su PIB agropecuario en I+D agropecuario.

Tras años de estancamiento, el apoyo gubernamental para I+D agropecuario aumentó con el lanzamiento de la Agenda Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación en el 2011 y con reformas significativas en el sistema nacional de regalías. Corpoica, principal entidad de I+D agropecuario de Colombia, se ha beneficiado enormemente de estos avances.